Prospección Lidar

Dificultades imprevistas

La declaración de “estado de emergencia” en el VRAEM por actividades narcoterroristas en 2012 Vilcabamba prohibió durante años el acceso a la zona oeste del territorio de Vilcabamba. Lo cual obligó a aplazar nuestras investigaciones en Hatun Vilcabamba.

Ya normalizada la situación, en 2017 me reuní con el Director Regional del ministerio de cultura en Cusco, Víctor Vidal Pino Zambrano, quien me aseguró su apoyo a esta investigación. Para lo cual me citó con el Director de Investigación del ministerio en Cusco, Jorge Calero Flores; con la Directora del Qhapaqñan, Arminda Gibaja y con el jefe de investigación de este organismo, Marcelino Soto.

Tras estudiar toda la documentación, Jorge Calero encomendó una excavación para el año siguiente en Hatun Vilcabamba al arqueólogo Javier Fonseca Santa Cruz, ya muy conocido por sus descubrimientos en Espíritu Pampa; con quien mantuve varias reuniones en Cusco para preparar el proyecto, aprobado en enero de 2018 por la DDCC, para excavar en Hatun Vilcabamba en junio del mismo año.

Calero aprobó también un proyecto de investigación en el nevado Choquezafra sobre los indicios de rituales sagrados de altura que encontramos nosotros en 2008 en torno al apu; el cual estaría dirigido por el arqueólogo arequipeño José Rodolfo Chavez, reputado internacionalmente por sus trabajos sobre la momia Juanita.

El Qhapaq Ñam, el organismo ministerial que investiga y recupera la red de caminos incas, se comprometió a estudiar los tramos de caminos hacia Hatun Vilcabamba que yo había identificado con dos equipos. Uno partiría desde Pampaconas hacia Hatun Vilcabamba y el otro desde Choquetira al abra Dolores y al apu Choquezafra para ampliar la investigación en los sitios arqueológicos que yo había señalado. Todo parecía bien encaminado hasta que cambios en el ministerio de cultura provocaron nuevos retrasos.

El nuevo director de investigación del ministerio de cultura en Cusco, Sabino Quispe, aplazó la excavación en Hatun Vilcabamba, alegando falta de presupuesto. Mientras que el nuevo director del Qhapaq Ñam, Octavio Fernández Carrasco, recortó el plan de exploración de los dos equipos de este organismo de forma que ninguno de ellos llegaría hasta Hatun Vilcababamba. Con ello los gestores de la administración cultural peruana en Cusco renunciaban por el momento a investigar y poner en valor la gran capital sagrada perdida de los incas en Vilcabamba.

Prospección “lidar” en Hatun Vilcabamba

Busqué ayuda para proseguir las investigaciones y en 2021 conseguí el generoso apoyo de los hispano-suizos Hermanos Tovar para financiar una prospección en Hatun Vilcabamba con tecnología lidar, con laser aerotransportado con dron.
En 2022 el arqueólogo cusqueño, Wilber Bolívar, profesor de arqueología en la UNSAAC, quien había trabajado conmigo en Yanaorqo veinte años, me recomendó a un alumno suyo Franklin Camala Lizaraso, el cual había comprado un dron con tecnología lidar. Y con ellos organicé una expedición de prospección, para lo cual les facilité toda la información recogida en nuestras expediciones anteriores. Se trataba de realizar una prospección con el equipo lidar sobre una superficie de 48 hectáreas que engloba la totalidad del núcleo central de Hatun Vilcababamba. Para lo cual decidimos hacer los vuelos desde la montaña que está frente a la ciudad perdida a ochocientos metros en línea recta de Hatun Vilcabamba con el profundo barranco del valle de Rangahuayco por medio. Ello supondría un mayor consumo de baterías lo cual resolvimos con un generador eléctrico prestado por la municipalidad de Vilcabamba.

El 30 de junio nos pusimos en marcha con dos vehículos todo terreno de la Municipalidad Distrital de Vilcabamba. Santiago del Valle dirigía el grupo, con los arqueólogos, Bolívar y Camala, Miguel Tovar Nuez encargado de la intendencia; un equipo local integrado por siete personas: los hermanos Marino, Rony y Armando Huamán Condori; junto con Adrián Huamán Huamán, Elio Quispe Torres, Julio Marbellí Quispe y Jerbert Paullo Díaz. Con once mulas y cuatro caballos de silla.

La carretera termina en Pampaconas a 3.450 metros de altitud. Desde allí parte hacia el oeste un viejo camino inca, con algunas modificaciones posteriores, que discurre a bastante altitud, con importantes subidas y bajadas escalonadas, hasta alcanzar 3.828 metros de altitud en el abra de Qolpacqasa que es el punto más elevado de la ruta. Desde allí se inicia un rápido descenso que conduce al despoblado valle selvático que nos llevaría hasta Hatun Vilcabamba.

Los siete campesinos que nos acompañaban habían recorrido el camino entre Toroc y Chancavine, pero ninguno de ellos había cruzado nunca el río Pampaconas para ascender por la ladera izquierda del valle. Este río es el límite entre un territorio transitado por muy poca gente y otro absolutamente despoblado porque desde hace años no vive nadie en toda la ladera izquierda de aquel valle.

Expedición antes de volar el dron

El dron elevándose y a la izquierda de la imagen Hatun Vilcabamba

El tres de julio subimos desde los 1.676 m.s.n.m. de nuestro campamento hasta los 2.756 m.s.n.m. de nuestro objetivo, para realizar los primeros vuelos con el dron equipado con una cabeza emisora de laser.

En la cima de Corihuaynachina estábamos frente al núcleo de Hatun Vilcabamba, separados por un barranco y novecientos metros de distancia en línea recta. El dron realizó dos vuelos ese día y un tercer vuelo al día siguiente.

Todo había ido bien, pero en Cusco me aguardaban sorpresas desagradables. Tras descargar los datos del dron en su equipo, Franklin Camala dijo que había un fallo de sincronización y era necesario repetir los vuelos.

Regresé a España y organicé desde allí una nueva expedición en el mes de agosto. Camala viajó a Vilcababamba pero, según dijo, el dron no pudo volar por un fallo técnico.

Regresé a Perú en septiembre para repetir los vuelos y me disponía a viajar a Vilcabamba cuando el arqueólogo Wilber Bolívar lo impidió. Primero se negó a viajar y después presentó un escrito al ministerio de cultura para anular el permiso. Mientras que Franklin Camala Lizaraso, gerente de la empresa Cinare, se negó a entregarme los datos obtenidos en los vuelos que yo contraté y pagué, alegando como increíble disculpa que los había borrado.

Era mentira, los 9GB de datos registrados existían, pero ambos los habían robado. Supe en aquellos días que Bolívar había presentado en la UNSAAC un proyecto de investigación en Hatun Vilcabamba utilizando a mis espaldas los datos que yo le había facilitado. Y también supe que había mostrado a algunas personas las imágenes obtenidas con los vuelos del dron que a mí me estaba negando.

Se trata de un caso grave y muy lamentable de robo de información y propiedad intelectual el cual abrió paso a un conflicto judicial que todavía no está resuelto.